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8 de octubre de 2010

SERÁ MAÑANA...

Me enredo desde las horas somnolientas, abuso de mi poder de intuir y confieso mis ganas en
susurro, me convierto en director de escena y me planteo una obra que tenga soluciones para la improvisación que la vida, el día, un minuto me plantee, me aseguro de que mi lenguaje alcance los tonos exactos para que entiendas mis intenciones, o por lo menos las percibas. Acaba la noche y sigo eliminando líneas de un diálogo que debería ser perfecto.

Una ducha seguramente ayudará, debería hacerlo, al menos me ha servido a lo largo de los años, el caudal presiona mi cerebro pero no alcanza mi núcleo, así que el orden de las frases se replantea pero no su fuerza, mas bien parece que la vertiente de agua que limpia ha tocado mis ojos para que pueda ver con claridad una calle que será el lugar del encuentro, y ¿adivina qué?, es perfecto.

Mientras preparo mis armas de monotonía me sincero y ahuyento las dos últimas palabras que me dijiste la tarde anterior y las considero improbables, vacías, al menos de lo que yo quisiera que contengan. Mi última mirada al espejo y a la calle, una hora más de una lucha interna, de afirmar que me niego, de negar que puedes afirmarme, intentando dilucidar todo lo que quisiste decir, tu lenguaje corporal, la posición de tu mano mientras me sonreías o si el toque en el hombro fue accidental, o lo que sea que me alerte, o me duerma de un porrazo.

Un saludo imperceptible a los camaradas abre la hora de enfrentar a toda esta nueva ola de comunicaciones y a su tan sutil forma de elevarme o hundirme, no hay correos, no hay "estados", no hay comentarios, y otra vez las ideas, los reproches, la escenificación destruida y vuelta a construir.

El trabajo me aleja un tanto de tu nombre, pero solo un momento, las horas pasan sin que pueda yo decir que estuve entre ellas. ¿Podría ser más difícil planear un encuentro casual?, la cobardía no es una opción ahora, estoy determinado ¡este día tiene que acabar esta inaguantable forma de pasar los días!. Tu aterradora puntualidad hace de las suyas, tu inagotable belleza la secunda y por lo menos han aniquilado al tenor de mis agallas.

Y hablamos, y reímos, y nos contamos, y… y… y… y acabo por olvidar el parlamento, ese mismo que me hacía infalible, y veo tu rostro y no puedo pensar mas que en ti borrado del planeta, y observo tu alma y me acerco al país de los sueños…

… y se termina, te alejas y contigo el temblor de mis piernas, y contigo las otras cosas, y contigo la ilusión de besarte… pero mañana, acordamos una cita para mañana; el mismo sitio, el mismo café, solo que mi ímpetu será mayor mañana, tengo que ir a mi cuarto a prepararme…

BÁRBARO

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