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27 de febrero de 2012

CON LA LUNA EN EL CIELO

11 pm…Trolebús a 60 km por hora, sale de la estación sur rumbo al norte,
Un tipo habla solo en el asiento de frente, mientras un  payasito (hombre que se gana la vida disfrazado de payaso) de unos calculo que tendrà unos 50 años, con su mujer y su botella de licor, se sientan más atrás, a la altura de la Villaflora. Dos paradas más adelante, un joven afrodescendiente de rizos largos,  ojos hundidos, pómulos huesudos y labios gruesos, 1,67 cm,  bien afinado para el canto:
Habla de la vida, la risa y el llanto, de la muerte, de las subidas en hombros y bajadas a empujones, de las dualidades de las penalidades, felicidades y dos que tres trivialidades,  al ritmo de reggeaton con tinte de hip hop, una grabadora le da la pista. Le doy algunos centavos, buena voz loco!, el chofer y los pasajeros asentíamos con la cabeza acerca de su talento y de que la vida es un milagro y un peligro, violenta, roja y violeta… y para los menos pesimistas azul, verde, mañana soleada de sábado de algún día de noviembre, buena música sin resaca y un “pipazo” de cannabis , sin pensar más que en el sonido de las alas del viento y de las caricias que da a las nubes en una danza cadenciosa, como acostados sobre el agua, desnudos en posición fetal.
El conductor con voz de desdén, con una venda que le cubre los ojos, desde el micrófono va anunciando las paradas.
El tipo de enfrente seguía hablando solo y como no oía nada saque “el Almuerzo Desnudo” y me puse a comer. William Burruoghs es un buen chef.
Se baja el esmeraldeño. El payasito va bebiendo y bailando, está alegre y envidioso, tercamente quiere tocar la guitarra que su mujer presurosa saca de un estuche negro que parece el ataúd de cuero de un enano, se queja de que -“el negro tenía una pista, vieron la grabadora?”- pregunta en voz alta y corrosiva a su mujer, arrastrando las palabras y con mirada ansiosa se refiriéndose al resto pasajeros también; ella se siente un poco incómoda y trata de calmarlo pero de no contradecirlo; vuelve a hablar: -“choro ha de ser”- concluye. Se para y se pone  a afinar torpemente por el efecto del alcohol. De nuevo, los pasajeros nos miramos y asentimos con la cabeza, repetimos en coro: -“somos humanos en un mundo de pasiones y  nuestras emociones nos hacen ruines, bajos, asquerosos, los dotes de artista también despiertan bajas posesiones”-; esta vez el coro es más fuerte: -“dejar de lado emociones irrelevantes es un fin”-. Me quedo en la parada de la Colón y Diez de Agosto, mientras me bajo le oigo afinar con desgano… -“sobrio será mejor, sobrio es mejor, aunque hay excepciones…!”- pienso; y después de caminar algunas cuadras y de pasar por el casino donde siempre quiero entrar, miro a mucha gente en la intersección: una ambulancia chocada contra un patrullero, un policía apoyándose en el auto donde se podía leer la frase el policía es su amigo, vomitaba algo entre sólido y líquido, mientras intentaba no tambalearse se limpiaba con la manga los restos que le colgaban del bigote… noche despejada de luna llena, tarde soleada de sol desnudo…día acalorado, demasiado tránsito como siempre, un día más en la mitad del mundo.
M. PATRICIO YÉPEZ M. @pato_ypez