Esperaba atado
a una indiscreción de mis ojos y escondido en mi respiración atrás de tu
cuello; me agazapaba pensando en existir
tras tus cabellos; la única anomalía que sentía era una cruzada corazonada de
que iba a llegar; que iba a abrazarte de una forma tan grotesca que reuniría
las fuerzas de mis brazos y mis piernas; que calculé como dato insignificante
que nuestra intención era abrirnos de mente y de cuerpo entre grama y lluvia,
entre charcos y goce, entre partículas de polvo y piel, entre mi corazón
entrando en ti y mi cuerpo desvaneciéndose en jadeos que hablaban en idiomas
exquisitos; no calculé que tú podías llegarme primero.
Me detuve, aún
cuando mis manos perseguían su intención de saciar su intriga causada por tu
forma; me separaba del atrayente deseo que me demoraba cuando era hora de
ordenar a mis labios que dejen de tocar los tuyos; me levanté intentando
inventarte historias que desdibujen aquella cruel abstinencia aunque leía en
tus quebrantos que también calculabas, que buscabas un respiro para dominarte.
Intentamos
clavarnos las miradas sin astillarnos de fuego de nuevo los sentidos no
obstante la fuerza se había desbocado y nos rendimos inútiles, mi ímpetu se
declaró soberano y se lanzó sobre tu carne que devolvía esas ínfulas con cada
célula, el calor fue tomando un protagonismo intenso e hizo que las ropas
estorben, calculamos nuestros movimiento de forma tan imprecisa que los besos
se regaron por cualquier centímetro del otro pero fueron errores aceptables,
que se recibieron en gracia, que se disfrutaron y realzaron los ánimos.
Una lucha
interna perdida en esa batalla comenzada; empecé a calcular el precio de esta
guerra y no me importó; lo que anhelaba era entregarme a aquella voraz e
inequívoca transparencia de flujos entre nuestros sexos; entre la familiaridad
de tu guarida; ante tu aceptación encorvada, lenta, excitada de mis aflujos y
mis muertes dentro de ti y tu acelerar reviviéndome y diciéndome al oído que el
detenerse es suicidarse. Una tarde incalculable de un egoísmo por saciarnos que
ninguno tenía en mente al otro.
No calcule que
tú me llegarías primero, no calculaste que yo moriría primero, no calculamos
cuanto de esto podría pasarnos por encima….
BÁRBARO @barbarooc