Buscar este blog

22 de octubre de 2010

17 de octubre de 2010

FON ACÚSTICO


Acabo de cumplir mis treinta. Hace 14 años esa posibilidad resultaba tan lejana, aunque siempre estaba ligada al hecho de que algún día iba a suceder. En el transcurso de este tiempo han pasado un millón de cosas, también ha pasado gente, amigos, hermanos y principalmente enseñanzas de las malas (que son las que realmente enseñan cosas buenas).

Este día en especial una serie de sentimientos encontrados me inundan, algunas cosas no han cambiado en 14 años; los sueños siguen firmes y yo en pie de lucha para realizarlos. La nostalgia flota desde las notas de una guitarra entonadas por Jaime Guevara; la canción, El Regalo; hace que vengan a mi mente una serie de acontecimientos que hace tanto tiempo que no veía venir y que ahora me hacen reflexionar. ¿Cómo llegamos a convertirnos en lo que somos?

Resulta que un día a alguien se le ocurrió que la gente debía tener obligaciones para vivir en sociedad. Cosa más simpática me resulta esto, porque dicho de paso, siempre fui un desobligado. Y ahora por esas cosas de la vida el destino se encarga de ponerme cada cosa en el camino a las que yo –un desobligado de corazón– acudo con “total responsabilidad”. Ahora la cuestión es ¿Evolucionamos?. Parece que más bien nos vamos domesticando.

A los 16 años yo era un rebelde sin causa, al menos eso debió pensar muchas veces el inspector de mi colegio; en el fondo creo que hay algo que siempre me ha impulsado a ser como soy, y eso es el hecho que siempre me he rodeado de la gente adecuada: borrachos que no te dan un trago sino te sienten parte de ellos, drogadictos que te aconsejan que nunca te metas en la huevada, sinvergüenzas dispuestos a ayudarle a los vecinos nuevos a cambiarse de casa siempre que la hija este buena y si no había una hija de por medio había un potencial nuevo pana, ladrones que te cuidan y respetan, entre otros seres urbanos únicos, implacables, elegantes, caballeros y sutiles. Así eran ellos, así era yo.

Crecí en un barrio privilegiado de la ciudad, un barrio que dormía tranquilo porque nosotros los “Chupines” estábamos en la esquina en nuestra ronda, de la esquina a la licorería y viceversa, haciendo respetar nuestra zona. Calle abajo estaban los panas de Agua Loka, cómplices de noches de bohemia y perdición. Un traguito unía más que el fútbol.

Es increíble la manera en que se van creando esas especies de figuras mitológicas urbanas que se convierten en referentes de los grupos y patas, el más puñete, el major trago, el galan, el barajista, el peleón… que no necesariamente era el mejor puñete, el cucaracha y hasta el pulga.

Seguimos en la vida caminando, algunas veces juntos y otras cada uno por su lado y solamente esperamos que esos eventos fortuitos llamados funerales nos encaminen nuevamente al mismo sendero. Sin embargo hay esas noches en las que sin que nadie planee algo, la vida nos vuelve a juntar; y conforme la noche avanza vamos mutando, saliendo de nuestro uniforme cotidiano de trabajadores responsables, esposos amorosos, novios mandarinas, padres abnegados y doctores ejemplares, y nos convertimos en lo que realmente somos; seres sin rumbo fijo con ilusiones que se van camuflando en el humo del tabaco y en las notas de una guitarra eléctrica que irrumpe el sueño de ese vecino que daría la vida por tener panas como los nuestros.

Paulatinamente las horas van pasando y el día se va comiendo a la noche, y cuándo está por empacharse… es hora de unas bielitas bien frías!!...

Cómo no quisieramos que no se acaben, que las botellas no se sequen, que las ganas no se acaben, que no nos domine la consciencia, que podamos ser irresponsables, libres, desobligados y que por sobre todas las cosas que no nos dejemos unos a otros con nuestras responsabilidades, nuestros trabajos, nuestras deudas, nuestros hijos, nuestras esposas, nuestras novias, nuestra ausencia de lo que somos y lo que queremos.

Pero se termina… y al final nada de lo que hagamos nos va a librar de ese chuchaqui mortal de tres y hasta cuatro días; y valió la pena. Ahora solo nos queda esperar que esos momentos impensados nos vuelvan a juntar y nos arranquen de esa cotidianidad que muchas veces nos acaba la vida.

Hasta otra vez mis hermanos… SALUD!!

FON 2

8 de octubre de 2010

SERÁ MAÑANA...

Me enredo desde las horas somnolientas, abuso de mi poder de intuir y confieso mis ganas en
susurro, me convierto en director de escena y me planteo una obra que tenga soluciones para la improvisación que la vida, el día, un minuto me plantee, me aseguro de que mi lenguaje alcance los tonos exactos para que entiendas mis intenciones, o por lo menos las percibas. Acaba la noche y sigo eliminando líneas de un diálogo que debería ser perfecto.

Una ducha seguramente ayudará, debería hacerlo, al menos me ha servido a lo largo de los años, el caudal presiona mi cerebro pero no alcanza mi núcleo, así que el orden de las frases se replantea pero no su fuerza, mas bien parece que la vertiente de agua que limpia ha tocado mis ojos para que pueda ver con claridad una calle que será el lugar del encuentro, y ¿adivina qué?, es perfecto.

Mientras preparo mis armas de monotonía me sincero y ahuyento las dos últimas palabras que me dijiste la tarde anterior y las considero improbables, vacías, al menos de lo que yo quisiera que contengan. Mi última mirada al espejo y a la calle, una hora más de una lucha interna, de afirmar que me niego, de negar que puedes afirmarme, intentando dilucidar todo lo que quisiste decir, tu lenguaje corporal, la posición de tu mano mientras me sonreías o si el toque en el hombro fue accidental, o lo que sea que me alerte, o me duerma de un porrazo.

Un saludo imperceptible a los camaradas abre la hora de enfrentar a toda esta nueva ola de comunicaciones y a su tan sutil forma de elevarme o hundirme, no hay correos, no hay "estados", no hay comentarios, y otra vez las ideas, los reproches, la escenificación destruida y vuelta a construir.

El trabajo me aleja un tanto de tu nombre, pero solo un momento, las horas pasan sin que pueda yo decir que estuve entre ellas. ¿Podría ser más difícil planear un encuentro casual?, la cobardía no es una opción ahora, estoy determinado ¡este día tiene que acabar esta inaguantable forma de pasar los días!. Tu aterradora puntualidad hace de las suyas, tu inagotable belleza la secunda y por lo menos han aniquilado al tenor de mis agallas.

Y hablamos, y reímos, y nos contamos, y… y… y… y acabo por olvidar el parlamento, ese mismo que me hacía infalible, y veo tu rostro y no puedo pensar mas que en ti borrado del planeta, y observo tu alma y me acerco al país de los sueños…

… y se termina, te alejas y contigo el temblor de mis piernas, y contigo las otras cosas, y contigo la ilusión de besarte… pero mañana, acordamos una cita para mañana; el mismo sitio, el mismo café, solo que mi ímpetu será mayor mañana, tengo que ir a mi cuarto a prepararme…

BÁRBARO