Soñé que me venías;
que me arrollabas pidiendo alivio a tu cansancio recayendo en mi cuerpo,
domándolo tiernamente hasta hacerlo asumir una postura horizontal; que tu pecho se pegaba en mi espalda y tu,
arrullada por la calma de mi respiración, dormías por horas con la tranquilidad
de los justos.
Soñé sentirte despertar con tu boca inquieta desparramando
suspiros en mi nuca, mordiscos en mi oreja, buenos días en mi alma; que tus
dedos vivaces, exploradores, cartógrafos primerizos dibujaban en mis costados
claves para seguirlas en próximas visitas y al final tu riendo porque
descubriste que tengo cosquillas.
Soñé que me pedías no levantarnos, reclamar para
nosotros el reino de las sábanas,
gobernarlo, destruirlo, mejorarlo, humedecerlo, ser dioses y llamar a tormentas
e incendios para luego ser los gestores de un sosiego bellísimo.
Soñé que acicalabas mi cabello mientras envolvías mi
cintura con tus piernas, ese par de carrizos tersos de canela leve; que con tu
voz casi inexistente me pedías que exacerbe la quietud de aquel momento.
Soñé que me rodeabas; que tus ojos acercándose iban limitando
mi visión periférica para convertirse en mi única visión; que sentía tu aliento
cerca mientras tus manos invitaban a las mías a reconocer tu cintura; que me
mordiste el labio para marcarlo y reclamarlo en propiedad por lo que restaba
del día; que mutabas en anaconda ajustándome, con tu menudo ser entero, a tu
pubis y senos y boca.
Soñé que me dejaste invadir la exótica selva de tu
cabello, la marea oscura de tu capilar senda que escondía mi cabeza cuando mis labios
atrevidos buscaban tu cuello acelerados; que cerraste los ojos cuando logre rozar
con la punta de mi lengua el lugar más saliente de tus montes de chocolate que
guardan tu corazón.
Soñé que en un momento te libraste y me soltaste de
golpe toda tu extensión cuando pude cumplir aquellas trilladas advertencias de
besar tu ombligo; que me dejaste reconocer con cualquier parte de mi cuerpo
todas tus marcas, las que te dejo la vida y las de tus decisiones, y en ese
momento resolviste no parar.
Soñé que me brindabas la tibieza de tu sexo y entre
silentes desvaríos te aferrabas a mí mientras yo arremetía con la fuerza de mi
deseo; que las horas del universo pasaban conforme a nuestra obsesión de
continuar descifrándonos entre sudores, jadeos, besos hasta volar en una
explosión de dichosa satisfacción.
Soñé los dos exhaustos, plenos, acostados de nuevo como al principio, entregados ahora
como al principio.
BÁRBARO @barbarooc
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarBravo!
ResponderEliminarDefinitivamente para personas con todo el criterio del mundo real, esto no es para cualquier donjuán ni para gente que no haya amado hasta ese nivel.
ResponderEliminarFelicitaciones, TQM - MGBP
Muy romántico, hermoso soñar y mejor despertar y que tu sueño este junto a ti!!
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