Mis brazos encerrados en la soledad
duermen en el silencio
de mi sonrisa
que siempre esta callada -¿cómo el canto de un muerto?-
y espera su último rezo.
Bañado siempre en mi tristeza
tratando de recorrer con mis fríos pies
el pozo donde mi alma
se entierra con mis manos,
donde el hielo arde por el viento,
donde riman las palabras y el dolor,
donde nace la esperanza que se acaba con el tiempo.
Y ahí sentado en la silla que me cedió la muerte
espero el juicio de mi desprecio
veo no muy distante mi final
que he convertido
por ser amante al dolor
siendo el sobreviviente
de una cátedra de ilusiones acabadas.
Sentado y moribundo
no busco más compañías
que mí alma
adolorida.
KARLOS SEVILLA
Maestro como siempre mi siempre recordado Parce.. Espero podamos intercambiar frases y si no me fluyen por lo menos intercambiar copas.. Saludos Diego..
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