Pienso en ti, y no sólo cuando te recuerdo… simplemente te pienso, me devora cada minuto una extraña insistencia de tu nombre y de tu boca cuando camino a la cocina e intento prepararme el desayuno, me alimenta la sensación de unirme al aire cuando reparo en que tengo que respirar y es porque sospecho que tu aliento se fundió con la ración del oxigeno que me corresponde y me confundo entre lo sinuoso de mi ruta cotidiana y la figura de tu intrigante cintura.
Y sentado frente al desvarío que acomete y devora las inútiles horas que deberían ser óptimas, y me convierte en un ente…
…pienso en ti, varado en una nublosa conspiración de amantes tenues y desbocadas pero interinas, dueñas tan solo de mi asco después de cada acto, y beso, y caricia sin ganas, …pero no de mi sonrisa, ella se ha declarado en franca rebeldía y muestra banderolas con tu perfil sombreado, se ha convertido en una barra brava insolente que no concibe vida mas allá de tu vida, aunque mi instinto quiera domesticarla, regalarla a nuevas ninfas, es inútil y degenero esta intención en un suplicio destinado a un recuerdo enfermizo y sosegado.
Aunque a veces… hay algunas veces que domino envenenado a las referencias que me hacen de ti la lluvia y las ganas, pateo en la calle las diferencias entre tu y las demás y no me alcanza la garganta para exigir venganza, para reclamar una satisfacción, y pienso en ti sin embargo, y a pesar, y arduamente, pero mis intenciones son las que no se definen, porque me adhiero a la opción de poseerte en un acto desnudamente carnal, de satisfacción propia, de egoísmo, tan solo para que me sirvas y no me ames, para que me sirvas y no amarte… y pienso en ti porque al final, y después de todo, y entendiéndolo sé que para eso eres perfecta…
BÁRBARO
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